Los
egipcios poseían una organización que se dividía en dos reinos: Alto Egipto y
Bajo Egipto, pero después de muchos años, ambos se unieron en un solo Egipto con
un único gobierno.
Este
gobierno era liderado por el faraón y presentaba 3 características:
Monárquico:
El poder y mando era de una sola persona con el título de la realeza, que en
este caso era llamado faraón.
Absolutista:
Este faraón tenía poder absoluto, creaba y eliminaba leyes, y su palabra no
podía ser desobedecida. Tenía el control de todo.
Teocrático:
El poder del faraón era tanto, que se le consideraba un dios. El pueblo se
sometía a sus supuestas características divinas, con las que controlaba su
reino, recibiendo ayuda de los sacerdotes.
Ya
que el pueblo estaba convencido de que el faraón representaba a los dioses en
la tierra, se entregaban a él sin discusión alguna, por eso sus propiedades,
cultivos y hasta sus vidas eran de su propiedad.
Políticamente,
el faraón como líder todo poderoso, tenía unas funciones, estas eran:
· Crear, dictar y
cambiar leyes.
· Orientar la experiencia
religiosa del pueblo.
· Liderar y
organizar el ejército.
· Era el juez en
las situaciones donde debían resolverse problemas e impartir justicia.
· Manejaba la
economía del reino y se encargaba de distribuir la comida.
Los faraones
tenían que organizar la vida del reino como si fuese una copia de lo que creían
era la vida en el mundo de los dioses. La política en la antigüedad pretendía
mantener el orden, de acuerdo a lo que disponían los deseos faraónicos, en
contra de lo que pretendían causar las fuerzas del mal o caos.
¿Qué te parece si revisamos tus aprendizajes? Dale clic a la imagen y diviértete.
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